Redundancias

Hoy, al poco de entrar en la oficina mi jefe me ha felicitado porque he cumplido mi «probation period». Así se han llamado mis tres primeros meses de trabajo en Caplin. Una vez cumplidos ya soy de manera oficial un trabajador permanente de esta empresa. Aunque en realidad cumplí los tres meses el pasado día 19, como os decía, mi jefe me ha pillado por banda, me ha dado la enhorabuena y me ha felicitado porque el feedback de mi trabajo está siendo bueno «desde todos los niveles de la empresa», lo cual suena bastante bien. Un día para estar contento.

Y entonces nos han juntado en la sala de conferencias para hablarnos sobre los nuevos dueños de la empresa (hemos sido adquiridos hace menos de un mes) y sobre cómo han llegado a la conclusión de que para poder crecer tenemos que reducir costes. Vamos, que unos 20 de mis compañeros (de algo más de 100 en toda la empresa) se han vuelto hoy para casa con todo lo que tenían desperdigado por el escritorio.

No quiero sonar dramático. Sé que esto pasa todos los días, que no es agradable, que la mayoría de ellos encontrará trabajo rápido y que si miras a los números es verdad, hay que reducir costes, pero tampoco se puede evitar que esos números tengan cara y que los que nos quedamos no sepamos qué hacer aparte de mirar cómo pasan las horas en este día tan extraño. Hoy la gente apenas es capaz de hacer nada. Les ves vagando por la oficina, hablando con gente con la que habitualmente no tratan y teniendo conversaciones que empiezan con un «vaya día» y acaban tratando los temas más trascendentales de la vida.

Y además he aprendido otra cosa. En Reino Unido, para que te despidan tienes que liarla muy parda. Solo por una falta grave de conducta o por un incumplimiento de contrato te pueden oficialmente «despedir». Pero en este caso, que ninguno de los 20 ha hecho nada de eso, lo que hacen es determinar que su puesto de trabajo simplemente ya no es necesario y a eso lo llaman hacer tu puesto redundante. Bonito nombre ¿eh?

Total, que hoy han hecho redundantes a 20 compañeros míos. Odio los eufemismos.

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