5:47

En cuanto el cronómetro que acabo de poner con 5:47 llegue a cero, pienso darle a ese botón azul de la derecha que dice «publicar».

No hay razón para elegir cinco cuarenta y siete, pero debe ser justo eso. No valdría ni cuarenta y tres, ni cincuenta y ocho. No quiero ni tres minutos, ni dos, ni trece. Cinco cuarenta y siete es raro pero elegante. No es redondo, ni a en puntos, ni a y cuartos, ni a y cincos. Ni siquiera sé por qué es divisible si es que lo es. Lo sea o no, parece primo, como yo.

Cinco cuarenta y siete porque sí. Porque me gusta, porque me sabe bien y porque no se entienda. Que le den al sentido, a la lógica y a la razón. He salido de la ducha y he pensado: «voy a escribir durante cinco minutos, cuarenta y siete segundos y lo que salga.» Y así va a ser. Mi cabeza barriga sabrá por qué aunque yo no tenga ni idea.

Muy lejos he llegado. Tres párrafos, o dos y medio si cuentas esas dos lineas de pacotilla del principio, hasta que mis manos se han parado. Se habrán dado cuenta de lo igual que da todo.

Relee y corrige, que te sobra el tiempo. Hazlo como si esto fuera a alguna parte o como si se te tuviera que entender. Escribe durante cinco minutos, cuarenta y siete segundos, pero pon las comas bien. Que en esta vida se puede ser de todo menos torpe puntuando.

Se me acaba esto ya. Me voy a quedar justo a trece segundos de los seis minutos escribiendo. Que son números, el trece y el seis, escondidos detrás del cinco y del cuarenta y siete. Números igual de exactos y de absurdos. Números que a lo m

 

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