Fallar

Si algo me gusta del rugby es saber que voy a volver a fallar, creo que por eso jugamos.

Espera, ¿qué? ¿Para eso juego? ¿Para fallar?

No no, «para» no, «por».

Odiaba a los estudiantes de español en Estados Unidos cuando me preguntaban «¿Por qué has dicho ‘para’ en vez de ‘por’?». ¡No soy filólogo! ¡No sé por qué! Sé que es así y ya está. – Realmente me tocaba pensar y responder.

Así que no juego al rugby para fallar, sino por las veces que fallo. Nadie sale al campo diciendo «Verás qué pase de amigo le doy al apertura hoy». Sí, odias su magnífico y sedoso peinado, pero eso no es motivo. El equipo está siempre por encima de ti y de su pelo. Sales al campo por todos tus fallos. Por ese compañero que te viene comiendo los huevos y que como te descuides te quita el puesto (sí, el rugby es un deporte de equipo, y si sale él lo hará mejor y habrá que estar cuando se me necesite pero ¡hostia! Quiero jugar); por el tarugo del otro equipo que te dejó la mano en los morros y al que llevas esperando desde la primera vuelta; por la cruz que todavía no se cree ¡NI LA ABUELA DE TU ENTRENADOR! (o al menos eso dice). Es por todo eso por lo que jugamos, es por lo que tenemos ganas de volver a saltar a un campo y por lo que cuando lo hagamos seremos mejores.

Cuatro veces fallé el mismo placaje en apenas un día y acabó como tenía que acabar: Con la ceja cosida, hielo en la cara y pensando en la próxima ocasión. Ese próximo partido o entrenamiento en el que busque el mismo hueco, la misma carrera mía y de mi rival. Que la esté esperando no me garantiza que no vuelva a fallar, a lo mejor todavía no he aprendido lo suficiente. Pero estoy seguro de que algún día lo aprenderé, no porque me quede esperando ese placaje que siempre me sale mal, sino porque lo iré buscando hasta que me salga bien.

Por eso jugamos, porque fallamos. Porque no nos escondemos de lo que nos tumba, ni siquiera nos conformamos con estar esperándolo. Jugamos porque fallamos y vamos buscando ese fallo hasta que no se repita nunca más.

P.D.: Sí, estaba buscando una excusa para compartir la foto ¡Qué pasa!

Descubriendo Bitcoin

Tengo el problema que de vez en cuando me enfermo con determinados temas. Oí hablar de Bitcoin por primera vez hace aproximadamente un año, en plena burbuja post-Silk Road y no le presté demasiada atención. Ha sido en verano cuando por fin he puesto un poco de interés por entender de qué se trataba y me ha sorprendido mucho lo que he aprendido.

Charrosfera está organizando una serie de charlas tituladas «Tecnología para todos» con la intención de tener un papel divulgativo en determinados aspectos sobre los que no se pone la debida atención y me han pedido que abra fuego con el Bitcoin. No soy ningún experto, por eso el encuentro se va a titular «Descubriendo Bitcoin», porque voy a compartir lo que he podido aprender sobre esta tecnología y sobre qué la hace tan fascinante y porque en la charla posterior espero poder seguir descubriendo cuántas cosas me quedan por aprender. Si te interesa nos vemos el próximo jueves 9 de octubre a las 20:00 en el bar ‘Local Hero’ de Salamanca, en Crespo Rascón 11.

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Si redujese mis logos

La semana pasada publicaban en FastCo.Design ‘What Corporate Logos Would Look Like If You Shrank Them’. Como ya en pasados blogs he abusado de publicar refritos y referencias, de esa entrada os dejaré solo el enlace y mi enérgica recomendación de que no os lo perdáis. Ya que la idea para este espacio es publicar contenido original siempre que sea posible, aquí quedan algunos logos que he ido diseñando en mi corta carrera, en sus versiones más compactas.

Hay de todo. No son todos conceptos súper sesudos. Unos están más logrados que otros. Unos me llevaron días hasta dar con la clave y otros surgieron de la manera más espontanea porque había que cubrir una necesidad de forma rápida. No son muchos pero verlos así juntos me da otra perspectiva, de mis manías, costumbres, fortalezas y debilidades. Seguiré echando la mirada atrás de vez en cuando.

Obture CODE, la productora digital que fundé con Carlos Jiménez, Cristina Folgueral y Carlos Álvarez
Obture CODE, la productora digital que fundé con Carlos, Cris y Husky.
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Asesoría Pereña es nuestra gestoría. Ya os expliqué un poco este logo.
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De Pinchos es la App que desarrollamos para la Feria de día de Salamanca desde 2011
Logo e identidad para Aira
A comienzos de año diseñé la portada de Little Lights, de Aira para un gran amigo y aprovechamos para dejar hecho algo con identidad propia.
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Sampler es un laboratorio de análisis clínicos para el que estoy desarrollando la identidad visual
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Calendomanía es una app para la gestión de eventos para la comunidad médica.

Link: What Corporate Logos Would Look Like If You Shrank Them, en FastCo.Design.

Me paso a Sketch

Desde que me dedico a esto he pasado por todo el espectro que ofrece Adobe con el que poder diseñar interfaces, básicamente Photoshop, Illustrator y Freehand (llegué a este mundillo justo cuando se cargaron Freehand así que no tuve necesidad de reconvertirme), todos con sus pros y sus contras:

  • Photoshop. Pro: se puede hacer de todo con él y por supuesto incluye herramientas necesarias para diseñar y recortar interfaces. Además, no te van a faltar toneladas de recursos en internet: tutoriales, técnicas, pinceles, brochas, etc. Contra: Al ser en origen una app de edición fotográfica, está más pensada para trabajar con capas que con las formas que la contienen. Aunque tiene un método de selección directa, esta característica puede acabar siendo un lastre en tu productividad.
  • Illustrator. Pro: Trabaja con vectores, lo que es ideal para redimensionar ahora que una app para Android tiene que contemplar de tres a cuatro resoluciones más las dos que hay que preparar para iOS. Además te permite interactuar directamente con los objetos que dibujes a cambio de que dejes de pensar en capas. Contra: es un programa enorme y muy pesado. Y en cuanto trazas los sectores para exportar los diferentes elementos de la interfaz, empieza a moverse como un hipopótamo con artritis. A mayores, es insufrible para afinar la conversión de los vectores a píxeles en busca del ansiado ‘píxel perfect’.
  • Fireworks. Pro: Trabajas con vectores pero siempre con la web en mente, en ningún momento dejas de ver los píxeles y además tiene funciones de ‘ajustar a pixel’ que funcionan de manera decente. Contra: a nivel de interfaz parece anclado en el pasado, herencia directa de la antigua Macromedia, dejando una interacción que ralentiza mucho el flujo de trabajo.

¿Qué aporta Sketch?

Sketch es una herramienta de dibujo vectorial para Mac con tres puntos fuertes:

  • Precio: 70€. No, no es dinero para un software de diseño que te permite agilizar tu flujo de trabajo.
  • Reutilización:  Se pueden definir estilos de texto aplicados en cualquier elemento para ser reutilizados en cualquier momento. De manera parecida se pueden agrupar determinados elementos y convertirlos en un símbolo. Por supuesto, puedes hacer esto con los otros programas, pero en ninguno están tan bien integradas con tu flujo de trabajo. Si en una instancia particular de tu símbolo o estilo descubres que deberías modificar algo, se actualizará en vivo a todas las instancias del mismo estilo o símbolo.
  • Exportar: Cuando diseñas una interfaz, después de pintar cada pantallas, para pasar a producción se deben extraer los diferentes elementos de manera individual para que en programación se puedan aplicar como apariencia de cada componente. Aislar estos elementos obligaba a una tediosa fase de trabajo que te tenía varios días definiendo sectores, encendiendo y apagando capas. Además, para aplicaciones móviles te veía obligado a redimensionar estos gráficos para tenerlos listos para todas las resoluciones. En cambio, en Sketch, cada elemento cuenta con propiedades de exportación que podrás definir a tu gusto: nombre, cuántas copias y con qué tamaños necesitas de cada elemento. Si vas definiendo esto a medida que creas cada elemento, luego te hace la exportación de todos los gráficos de una sola vez, ahorrándote algún que otro día de trabajo
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    Insertar y exportar símbolos. Lo mejor de Sketch en una imagen.

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La verdad es que resulta difícil escribir sobre ello, porque el cambio es algo que se siente. Si te dedicas a esto, dale una oportunidad a la prueba gratuita. Es un programa nuevo, al principio te sentirás más torpe, pero en cuanto veas cómo agilizas tu flujo de trabajo de cara a la producción de tus diseños no querrás usar otra cosa.

León

La semana santa me huele a León. A cecina, salchichón y a ese chorizo ligeramente ahumado que saca mi padre del frigorífico en una cesta roja para cenar. Suena a casa que se estremece por un centro de tambores y cornetas, silenciosos y solemnes. Se siente como una multitud que tienes que nadar a contracorriente cuando tratas de acercarte al húmedo. Sabe a tapas, y a cortos, y a morcilla, y a patatas, siempre patatas, picantes las mejores. Luce brillante como la catedral iluminada por las nubes del atardecer, como esos pasos que se abren camino en una procesión de nazarenos y capirotes, de colores y símbolos que siguen una lógica que no siempre termino de comprender. León me gusta, me relaja, me desenchufa. Es tiempo para mí, para disfrutar de mis raíces. Es una ciudad manejable, rodeada de un paisaje de ensueño. Es el cariño de mi padre y el sueño de mi abuela que vive ahora buceando entre las palabras que algún día recordó.

catedral de león. Fotografía de Raúl Álvarez González
Catedral de León

Cómo se pinta un botón

Seguramente no piensas en un botón. Los tocas, pulsas, aprietas, haces tap o click, pero no mucho más porque simplemente están ahí. Es mi trabajo el que me obliga a darle vueltas a ese botón precisamente para conseguir eso: que tú no tengas que pensar en un botón. Y cuando los botones pasan de ser algo físico, con tacto, con presión, con textura, a unos cuantos puntos iluminados en una pantalla, conseguir esto es tan sencillo o tan difícil como comunicarte una idea: que sepas que aquí se puede tocar.

Cuando la tecnología se renueva, su éxito de depende de que desde el primer contacto ya te sientas familiarizado con ella. Los primeros botones táctiles tienen que ser familiares, recordar a uno de verdad: tienen volumen, son gorditos, de esquinas redondeadas, la luz se refleja en ellos, proyectan una leve sombra sobre el fondo y el texto se graba sobre ellos como un bajorelieve. Decía Steve Jobs que tenían que parecer tan deliciosos que casi te diesen ganas de chuparlos. Kilos de ornamentación y efectos al servicio de una función: que los sientas como algo conocido.

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Pasa lo que pasa siempre. Que tú te acostumbras, vas teniendo ocasión de usar más y más de estas nuevas pantallas y vas aprendiendo qué es un botón; vas aprendiendo dónde tocar y esperar que ocurra algo. Pasa que los diseñadores siempre queremos decir lo mismo con menos. Vemos que sobran cosas, que un brillo se cae, que una redondez se va, que un volumen no hace falta porque sigues sabiendo dónde tocar.

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Y cada vez son más las pantallas y menos lo que necesitamos. Un rectángulo es más que suficiente. Las esquinas redondeadas ya nos aburren (no me gusta decir te lo dije, pero te lo dije ). Si tienes el día barroco, le cascas un borde blanco bien gordo y te quedas como un rey.

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Seguramente sigas sin pensar en un botón. Tantas y tantas pantallas has tocado que es fácil saber dónde se puede tocar. Toca con tranquilidad. Pide perdón antes que permiso. Cualquier cosa puede ser un botón, un recuadro de color, una imagen, o una línea de texto, sencilla pero clara.

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Little Lights, de Aira

Cuando le enseño a Fran la primera idea para la portada de su disco «Little Lights» su respuesta es «Mmmm, no dice mucho del tipo de música que hago». Fran, Fran García, es Aira. Un enfermo por la música de los que hacen falta. Que disfruta escuchando, tocando y sobre todo enseñando lo que sabe. Si tuviese que resumir mi amistad con él en un solo recuerdo sería una tarde cualquiera de fin de semana, en su casa. Él con la guitarra me dice «va, pídeme otra». Yo, que no tengo memoria para un solo título de una canción le digo: «sí, esta que va Paaam Paaaam paaaam, paaam paaam papaaaaa, pam pam paaaam pampam», y el cabrón va y la clava.

Así que la portada debe hablar de su música. Lo chulo de Little Lights es que es otro gran ejemplo de que menos es más. Siempre funciona pero siempre me sorprende. Little LIghts es una voz y una guitarra, acústica para más simplicidad. Suena con sorprendente pegada, como si no hubiese nada que pudiese distraernos de la esencia de cada canción. Little Lights es esa guitarra y esa luz. Una vida marcada por una pasión desmedida por esas seis cuerdas.

Mockup disco little lights

Little LIghts de Aira, Portada
Little Lights. Portada
Little Lights de Aira, contraportada
Little Lights, contraportada del libreto
Little Lights Portada agradecimientos izquierda
Interior del libreto. Agradecimientos
Little lights Interno Agradecimientos derecha
Interior del libreto. Agradecimientos

Little Lights ya está en el portfolio que tengo en Behance.

Cuando el logo solo dice su nombre

Todo español lleva dentro un seleccionador nacional, un médico y también un diseñador. Ésta última faceta está más oculta pero está; si no se te aparece en la forma de ese primo que sabe Photoshop y del que algún día te hablaré, es el propio cliente el que se transmuta y te dice algo como «es que a partir de este logo no se entiende que nos dedicamos a [introduzca aquí su sector profesional]»; o otras más pintorescas como «es que me gustaría que quede claro que somos una empresa salmantina». Frases como esta, además de enredar proyectos, llenan el paisaje de ‘E’s que parecen enchufes o símbolos regionales una y otra vez.

Simplifica y cuenta sólo una idea cada vez

Todos los que alguna vez hemos querido contar algo cometemos el mismo error. Tener demasiadas ideas juega siempre en tu contra, porque la imaginación es ilimitada pero el espacio no, especialmente en un logotipo. Por eso, si alguna vez tienes que contar algo simplifica y cuenta sólo una idea cada vez. Identifica lo que quieres contar y prescinde de todo lo demás. Cuando se trata de contar algo es mejor lanzar un directo imparable al mentón, que cuatro medio golpes fáciles de esquivar. Concentra toda tu energía e ingenio en ese golpe ganador.

A.P. puede decir muchas cosas pero este logo solo puede decir Asesoría Pereña

Por ejemplo, cuando nuestra asesoría, Asesoría Pereña, nos pidió un logotipo podíamos haber intentado un montón de cosas: contar que hacen asesoría laboral, legal, fiscal,etc; hablar de que son salmantinos; de la tradición; o rizar el rizo contándolo todo a la vez. Pero para una empresa local, de tradición y con una clientela labrada a lo largo de los años, necesitas que su nuevo logo diga solo una cosa: su nombre. De momento vamos a asegurarnos que este logo dice «Asesoría Pereña» a los que ya la conocemos, que de todo lo demás, incluido de captar clientela, ya habrá tiempo. Resumiendo*: A.P. puede significar muchas cosas, pero esto, sólo puede significar Asesoría Pereña.

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(*) NOTA: Cuando me ponga a mí o a mi trabajo de ejemplo, no quiero decir «mirad cómo se hace», sino «mirad lo que quise decir». A vuestro juicio dejo si lo conseguí o no, y si me lo contáis en los comentarios os lo agradeceré un montón 🙂